Siempre he sido una persona que ha oscilado entre la hiperactividad y la inactividad total, de implicarme en mil cosas a caer en continuas mini-depresiones (digo mini porque duran pocas horas). Aunque suene raro, es en ese momento de bajón cuando mi cerebro más activo está. Os contaré un secreto. Yo quiero ser escritor.
Desde crio que siempre he estado escribiendo cosas. Fanfics cutres, guiones chorras como trabajos de clase para continuaciones imposibles de películas... Juego desde los 10 años a juegos de rol, y empecé a jugar a mediados de los ochenta, cuando en nuestro país no se conocía siquiera ese término (y estaba libre de las manipulaciones mediáticas). Eso te obligaba a dos cosas: tener amigos, porque sólo no podías jugar, y tener imaginación, para desarrollar historias y situaciones.
Con los años empiezas a pulir tus historias, a enlazarlas, a crear plots más complicados, a hacer esquemas de situaciones y posibles alternativas... Pasado un tiempo no puedes dedicarte tanto como antes porque tienes que trabajar, pero tu cabeza sigue dando vueltas a varias ideas. A veces tienes un sueño o un conato de inspiración y te quedas con una idea, un detalle... Luego lees un libro o ves una película y te das cuenta que esta bien pero que algo falla, que tal vez si hubiesen cambiado una o dos cosas estaría mejor (para tí, claro). Un buen dia recuperas de tu memoria y de tus viejas carpetas apuntes e ideas enterradas, y lo pasas todo a buena letra en una
libreta maestra para que puedas acceder a ella en un futuro. Un buen dia ves en una librería varios libros de técnicas de escritura y narrativa, y alguien te recomienda un libro.
El Guión de Robert Mckee que devoras entre la curiosidad y la necesidad de aprender. Hablas con amigos, algunos de ellos conocedores del tema, otros que han trabajado en edición...
Entonces te entra la duda. Esto es España, no todo el mundo que quiere publicar lo hace. Las editoriales tienen sus protegidos, los agentes tienen fama de ser más representantes de fútbol más que la mano derecha de los autores. Que si aquí si no eres el Reverte, Zafón o un famosillo de turno no vendes ni para comprarte un dvd... Te frustras pero entonces te calientas oyendo al listo de turno que jamás podrás hacer algo así. Claro que si ese listo de turno es tu hermano y resulta que también escribe (y tiene una técnica más depurada) te entra el calentón.
Entonces te centras. Decides que te importa una mierda que no ganes un duro, que te importa un pimiento lo que piense cualquiera, pero que tú vas a escribir, y mientras escribes no sólo depuras tu estilo y aprendes, sino que te demuestras que eres capaz de ello, siempre y cuando le dediques el tiempo necesario pero sin llegar a convertirse en una obligación. A fin de cuentas, no tienes ninguna fecha de entrega y no estás sometido a ninguna presión.
Hace más de tres años que decidí convertirme en escritor. O al menos intentarlo. No quiero pasarme el resto de mi vida detras de una mesa en mi oficina. No lo hago por el dinero, por la fama, lo hago porque adoro escribir. Realmente, hasta ese día no tenía ninguna meta específica en mi vida. Ahora la tengo. Trabajo casi once horas en una oficina y cuando llego a casa estoy cansado, ero le dedico un tiempo a ello al menos varios días a la semana. Como por desgracia mi vida personal esta un poco por los suelos los últimos meses, la escritura (además de mis queridos amigos) me ha ayudado a aguantar la cordura que casi pierdo, y me obliga a estrujarme las neuronas cuando estoy mal y de bajón.
Diréis que estoy loco pero tengo dos libros empezados. Yo les llamo mis primeros dos libros. El primero es un libro de fantasía medieval, tiene completos 18 capítulos, dos terceras partes de la historia, y actualmente está en un parón momentáneo por varios motivos. Sin duda es mi preferido, la niña de mis ojos, porque le he dedicado casi dos años. Tengo dominios comprados hace tres años para poder tener página web en el momento que esté terminado.
El segundo libro es un caso más raro. Un consejo que te dan cuando estás escribiendo algo es que te bloqueas o simplemente para descansar unos días y no te quemes, dejes varios días reposar el texto escrito y no hagas nada o como mucho tomes notas, y si es posible, notas que no estén relacionadas con el proyecto sino sobre cualquier cosa. Así no dejas de funcionar pero vacías tu
caché de memoria interna y puede salirte alguna idea nueva que utilices ahora o en el futuro. Esó me pasó hace un par de años. Empecé a tomar notas sin sentido que acabé uniéndolas y forjando una historia totalmente distinta al otro libro, así que reuní toda la info y la dejé anotada en una libreta aparte (regla de oro: una libreta por cada proyecto). Hace medio año en un parón del primer libro retomé la libreta y empecé a hacer cambios, algunos muy pequeños, otros radicales, y tomó forma el
segundo primer libro. Así que de momento el libro de fantasía está parado mientras que el otro libro está desarrollándose. Tiene pocos capitulillos escritos pero la historia, el esquema, la trama principal y los personajes están completamente definidos.
¿Cuándo terminaré alguno? Ni idea. Puede que en unos meses, puede que en unos años, pero yo le voy dedicando parte de mi tiempo a ello. Porque mientras escribo no tengo otra preocupación más que escribir. Además, he recibido serias amenazas contra mi persona en caso de dejar de escribir y dejar la historia colgada a medias, porque tengo dos "editoras" que son unos ángeles pero cuando se cabrean son peores que los nueve círculos del infierno de Dante. Y sí, tengo editoras, dos amigas de hace mucho tiempo, una de ellas antigua redactora y editora de varias publicaciones, que me dan opiniones y consejos, siendo jueces y jurados al mismo tiempo.
Así que un año el pobre Vida2punto0 es posible que deje la maldita vida de oficinista y ponga su pequeño granito de arena en el mundo de las letras. Pero como hasta ese día aún falta, me dedicaré a postear mis sandeces y chorradas en este pequeño espacio, y de paso, informaros de como avanzan los proyectos.
Recordad que para escribir no hace falta tener un don porque nadie nace enseñado. No hay que tener miedo a los fallos, porque son la semilla del éxito de mañana. Sólo hay que tener ganas, paciencia y dedicación. Y sobre todo disfrutar con ello.