De todos los traumas de niñez, el más cruel es sin lugar a dudas el de el mito de los Reyes Magos. Durante años, nuestros queridos padres/abuelos/familiares nos engañan haciéndonos creer que los R.M lo vigilan todo las veinticuatro horas al día durante todo el año, para saber lo que hacemos en todo momento y si nos merecemos los regalos de Navidad. De crío yo tenía la teoria que, a pesar de provenir de Oriente, tenían que tener en algún lugar del mundo una superfortaleza secreta, ya que de otra forma Reagan o los rusos los hubiesen detectado (cosas de ser crio en los 80). Por supuesto tenía mis teorías maquiavélicas que no compartía con nadie, riesgo a que este fuese un infomador de los Reyes, y me quedase yo sin regalos. Mi teoría principal (y de la que ahora de mayor me descojono) es que su fortaleza estaba en la fosa de las Marianas, situada a once mil metros de profundidad, donde ningún ser humano es capaz de acercarse. Desde dicha fortaleza los Reyes cumplian sus tareas de vigilancia sin ser molestados mientras sus ayudantes, un ejercito de millones de pajes, administraban la información y preparaban los regalos. ¿Cómo cojones un niño de cinco años puede llegar a pensar eso? Demasiada Bola de Cristal supongo (por suerte la tele de los ochenta no era tan nociva como la de hoy en día).
Pero me estoy yendo por los cerros de Úbeda. Lo dicho, durante años nos inculcan historias fantásticas sobre lo fabuloso que es el mundo y nos premian con regalos cuando, un buen día, determinado no por la edad sino por la predisposición paterna, nos sueltan el mismo discurso de siempre: "Por cierto, que sepas que los reyes son los padres así que ya sabes, a partir de ahora pórtate bien...."
¡La madre que los parió! ¿Para eso tienes que hacer todo el paripé durante años y resulta que has caido en el timo de la estampita? Así que los niños suelen pillar un berrinche de padre y muy señor mio, y queda destruido el último bastión de nuestra infancia, siendo remplazado por el principio de la adolescencia y el mundo adulto de mentiras y engaños.
Pero por suerte hay casos en que eso no sucede de esa forma. Yo siempre he sido muy curioso y, por ciertos motivos personales, desde muy pequeño estuve obligado a pensar adelantándome a mi edad. No con eso quiero decir que nunca fui un niño, simplemente razonaba de forma más adulta (creo que por eso la mayoria de mis amigos son mayores que yo). Un día buscando algo con mi hermano casa encontramos en un armario un monton de regalos escondidos de forma pésima. Y flipamos. Ahí estaban los regalos de reyes, cinco días antes. Nos quedamos mirando los dos y mi hermano dijo "vaya, asi que realmente son los padres".
"Bueno, pero como no nos han dicho nada, les vamos a dar el gusto de que se crean que no lo sabemos" le dije yo, y así fue. Nos daba tanta pena ver que mi família pusiese tanta ilusión en todo el espectáculo navideño que decidimos darles ese gustazo hasta el día que ellos quisiesen darnos la noticia. Realmente no nos preocupó demasiado. Por aquel entonces nosotros ya empezábamos a ver a Sagan y empezábamos a ver que el mundo era distinto al que nos querían hacer ver (vaya par de angelitos estábamos hechos).
Así que el espectáculo de Reyes duró dos años más, tiempo durante el cual no hablamos del tema en absoluto, seguimos haciendo nuestras cartas falsas, haciendo los comentarios habituales y siguiendo el juego a mi familia. Transcurrido ese tiempo, mi hermana mayor vino un día algo nerviosa. Le habían asignado la tarea de contárnoslo y no sabía por donde empezar. Antes que se pusiese a divagar le dijimos "tranquila, ya sabemos todo...hace tiempo". Y se quedó de piedra. Siempre he pensado que actuamos de buena fe y jamás tocamos un regalo antes que nos los diesen, simplemente nos limitamos a jugar a buscarlos e intentar adivinar cual era para cada uno de nosotros.
Reconozco que con el paso del tiempo sigo disfrutando de los Reyes. Jamás le doy mi regalo a mi hermano hasta el día seis y siempre bromeamos sobre cómo nos enteramos. Porque en algo si podemos alardear. Fuímos más listos que los adultos.
¡Sed buenos! ¡Que los Reyes Magos os vigilan!
(Lo siento pero no he podido resistir la tentación de poner la foto de Tres Reyes ^__^ )
Pero me estoy yendo por los cerros de Úbeda. Lo dicho, durante años nos inculcan historias fantásticas sobre lo fabuloso que es el mundo y nos premian con regalos cuando, un buen día, determinado no por la edad sino por la predisposición paterna, nos sueltan el mismo discurso de siempre: "Por cierto, que sepas que los reyes son los padres así que ya sabes, a partir de ahora pórtate bien...."
¡La madre que los parió! ¿Para eso tienes que hacer todo el paripé durante años y resulta que has caido en el timo de la estampita? Así que los niños suelen pillar un berrinche de padre y muy señor mio, y queda destruido el último bastión de nuestra infancia, siendo remplazado por el principio de la adolescencia y el mundo adulto de mentiras y engaños.
Pero por suerte hay casos en que eso no sucede de esa forma. Yo siempre he sido muy curioso y, por ciertos motivos personales, desde muy pequeño estuve obligado a pensar adelantándome a mi edad. No con eso quiero decir que nunca fui un niño, simplemente razonaba de forma más adulta (creo que por eso la mayoria de mis amigos son mayores que yo). Un día buscando algo con mi hermano casa encontramos en un armario un monton de regalos escondidos de forma pésima. Y flipamos. Ahí estaban los regalos de reyes, cinco días antes. Nos quedamos mirando los dos y mi hermano dijo "vaya, asi que realmente son los padres".
"Bueno, pero como no nos han dicho nada, les vamos a dar el gusto de que se crean que no lo sabemos" le dije yo, y así fue. Nos daba tanta pena ver que mi família pusiese tanta ilusión en todo el espectáculo navideño que decidimos darles ese gustazo hasta el día que ellos quisiesen darnos la noticia. Realmente no nos preocupó demasiado. Por aquel entonces nosotros ya empezábamos a ver a Sagan y empezábamos a ver que el mundo era distinto al que nos querían hacer ver (vaya par de angelitos estábamos hechos).
Así que el espectáculo de Reyes duró dos años más, tiempo durante el cual no hablamos del tema en absoluto, seguimos haciendo nuestras cartas falsas, haciendo los comentarios habituales y siguiendo el juego a mi familia. Transcurrido ese tiempo, mi hermana mayor vino un día algo nerviosa. Le habían asignado la tarea de contárnoslo y no sabía por donde empezar. Antes que se pusiese a divagar le dijimos "tranquila, ya sabemos todo...hace tiempo". Y se quedó de piedra. Siempre he pensado que actuamos de buena fe y jamás tocamos un regalo antes que nos los diesen, simplemente nos limitamos a jugar a buscarlos e intentar adivinar cual era para cada uno de nosotros.
Reconozco que con el paso del tiempo sigo disfrutando de los Reyes. Jamás le doy mi regalo a mi hermano hasta el día seis y siempre bromeamos sobre cómo nos enteramos. Porque en algo si podemos alardear. Fuímos más listos que los adultos.
¡Sed buenos! ¡Que los Reyes Magos os vigilan!
1 comentario:
Yo también lo descubrí por mi cuenta un año,y no vea usted el subidón intelectual que me dió por haber notado que la ausencia "a por tabaco" de mi padre durante la cabalgata no era por tabaco. Ni Poirot se sobraba tanto.
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