Cuestión de perspectiva

De pequeños nos enseñan (o esa es la teoría) las normas básicas de educación que deben regir (en teoria otra vez) nuestro comportamiento hacia el resto de individuos que pueblan este pequeño punto azul. Sin embargo, esa propia educación puede chocar con la forma de ser del individuo, como es el caso en el que me he visto esta tarde.

Hoy me ha tocado patearme mi zona comercial favorita para buscar los regalos de reyes de mi hermano. Normalmente no suelo esperar al último día, pero este último mes ha sido tan especial, que ha trastocado tanto mi calendario como mis propias costumbres/manías. Antes de saltar de la supertienda A a la supertienda B (separadas varias calles entre sí) he aprovechado a que en la supertienda A han abierto hace poco una cafetería Illy, de la cual me considero un completo adicto (culpa de mi último escarceo amoroso). Además de tomarme un café calentito, se puede adquirir un bote de café de diversas variedades más barato que en las tiendas pijas, algo que mi bolsillo agradece, por lo que la excusa me venía de fábula. Así que me he dirigido a la primera dependiente libre y le pido el café y el bote. La conversación ha ido más o menos así:

-Perdona, ¿me pones por favor un descafeinado con leche? Por cierto ¿vendéis café?
-Si señor, tenemos botes a la venta, señor.
(¿Señor? ¿Cómo que señor?)
-Vale, pues pone un bote tambien de descafeinado si no es molestia.
-Claro señor.
-Oye que no soy mayor (33 como el hijo de aquelquenoexiste)
-Si señor. ¿quiere azucar o sacarina?
-Azucar. Dos por favor, y deja ya lo de señor que me salen las canas.
-Claro señor, son nueve con veinte señor.
-Gracias... oye que no soy tu oficial al mando. No me llames señor.
-Si señor. Que tenga un buen dia señor.
-...

Mi gozo en un pozo. Me he sentado a tomarme el café y me he sentido más viejo que Gandalf fumando en pipa. Vale que seguramente repetía el mismo rollo estandar de dependiente cortés, pero... ¿señor? Madre mía.

¿Será que me hago mayor?
Imposible.