Y con él empieza mi odiséa. Porque yo no podía ser como los demás, sino que tengo que ser raro, raro, raro... No me gusta el calor, aunque con los años reconozco que un poco de sol y brisa primaveral junto a una terracita es un sitio agradable para estar. Pero servidor tiene algo de sobrepeso, lo que le hace poco llevadero el calor.
Además de no soportarlo bien, no me gusta la playa. Si me gusta el agua y nadar pero es que en la playa me pasaba el día en el agua así que el mar actuaba de lupa y acababa siempre peor que los guiris que vienen a Barcelona a metamorfosearse en gambas. Tras muchas peleas, discusiones y castigos, conseguí dejar de ir a la playa con mi família a los diez años, y desde los catorce no he pisado ni una (y eso que si algo sobra en Barcelona, es playa). Hasta me harté de la piscina que tiene mi hermana en casa, en una urbanización perdida en el monte. Debe ser parte de mi antipatía social. Odio las aglomeraciones de gente, odio el tener que perder tiempo en ir a la playa, etc, etc, etc... (Veís como decía yo, soy raro...). Y no me gusta tomar el sol, la última vez que lo hice fue en mi viaje de fin de curso a Madrid con 13 años y como las serpientes, mudé tanto de piel que un poco más y parezco el muñeco de anatomía de Erase Una Vez el Hombre.
Pero lo peor no es eso. Lo peor son las migrañas. Con el cambio de tiempo y la llegada del calor empiezan mis migrañas veraniegas que me duran hasta casi octubre. Puedo llegar a estar tres días seguidos con migraña, dolor de ojos y mareo, lo que me provoca unas ganas locas de ultraviolencia friki cuando se acerca alguien y pregunta ¿Estás bien? (Definitivamente si, soy raro...)
Porque a mi me gusta el frío. Sería feliz en Groenlandia, Finlandia o la Base Amundsen-Scott. Me acuerdo de hace tres años, cuando cayó una de las raras nevadas en Barcelona. Me levanto a las cinco y media de la mañana para ir a trabajar y veo que caen copos de nieve gigantescos y todo estaba blanco. Y yo, como un niño ilusionado, me ducho y me cambio rapidamente, cojo un paraguas y mi anorak de conductor de ambulancias (comprado en una tienda de suministros medicos porque es superaislante y me costó cuatro duros) y me voy tan contento y feliz al trabajo caminando, una hora de camino bajo la nieve, sólo por el hecho de poder decir "he hecho el burro yendo a currar mientras nevaba".
Si soy raro, pero bueno, podía ser peor...
Podía ser como los demás...
Además de no soportarlo bien, no me gusta la playa. Si me gusta el agua y nadar pero es que en la playa me pasaba el día en el agua así que el mar actuaba de lupa y acababa siempre peor que los guiris que vienen a Barcelona a metamorfosearse en gambas. Tras muchas peleas, discusiones y castigos, conseguí dejar de ir a la playa con mi família a los diez años, y desde los catorce no he pisado ni una (y eso que si algo sobra en Barcelona, es playa). Hasta me harté de la piscina que tiene mi hermana en casa, en una urbanización perdida en el monte. Debe ser parte de mi antipatía social. Odio las aglomeraciones de gente, odio el tener que perder tiempo en ir a la playa, etc, etc, etc... (Veís como decía yo, soy raro...). Y no me gusta tomar el sol, la última vez que lo hice fue en mi viaje de fin de curso a Madrid con 13 años y como las serpientes, mudé tanto de piel que un poco más y parezco el muñeco de anatomía de Erase Una Vez el Hombre.
Pero lo peor no es eso. Lo peor son las migrañas. Con el cambio de tiempo y la llegada del calor empiezan mis migrañas veraniegas que me duran hasta casi octubre. Puedo llegar a estar tres días seguidos con migraña, dolor de ojos y mareo, lo que me provoca unas ganas locas de ultraviolencia friki cuando se acerca alguien y pregunta ¿Estás bien? (Definitivamente si, soy raro...)
Porque a mi me gusta el frío. Sería feliz en Groenlandia, Finlandia o la Base Amundsen-Scott. Me acuerdo de hace tres años, cuando cayó una de las raras nevadas en Barcelona. Me levanto a las cinco y media de la mañana para ir a trabajar y veo que caen copos de nieve gigantescos y todo estaba blanco. Y yo, como un niño ilusionado, me ducho y me cambio rapidamente, cojo un paraguas y mi anorak de conductor de ambulancias (comprado en una tienda de suministros medicos porque es superaislante y me costó cuatro duros) y me voy tan contento y feliz al trabajo caminando, una hora de camino bajo la nieve, sólo por el hecho de poder decir "he hecho el burro yendo a currar mientras nevaba".
Si soy raro, pero bueno, podía ser peor...
Podía ser como los demás...
2 comentarios:
Ya tenía mis sospechas, pero después de tu declaración anti-sol, éstas se confirman: ERES NOVIO2!!!
Decir que eres raro sería redundante, verdad???. ;)
Beseles y paciencia con el calor, que hasta Octubre te quedan días y días y días de sol y altas temperaturas....
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