lunes, 16 de febrero de 2009

Cuando las palabras nos pierden


Hará más de diez años, durante mi juventud, tenía la costumbre de ir al Mc Donalds y al Burguer King a ponernos hasta las cejas de hamburguesas y patatas por cuatro duros. Entonces teníamos la capacidad de cascarnos dos menus tamaño super cada uno y no había problemas porque acabábamos quemándolo cuando ibamos a los billares o a la salas de máquinas a jugar como viciados al King of Fighters o al Street Fighter. Tanto jugar a juegos de peleas crea en una mente carcomida por el frikismo una especie de sentimiento de invecibilidad a las peleas callejeras, así como la perdida de la prudencia a la hora de esquivar posibles broncas.

Todo ocurrió una bonita noche de viernes cuando, tras salir de currar (de la misma oficina en la que estoy ahora) , se nos ocurrió ir al Burguer King de Plaza Catalunya (que aún existe) para comer algo antes de ir al cine. Yo salía de la oficina, y era invierno, por lo que llevaba americana con corbata, gabardina y guantes de cuero (entonces no estaba gordo y realmente lucía traje). Me acompañaban mi hermano y un amigo. Ambos tenían la malsana costumbre de sentarse en la mesa por lo que siempre me tocaba a mi ir a pedir (no se cómo se lo arreglaban, pero siempre pringaba yo). Así que me acerqué a la barra y pedí. Entonces los ví. Tres holligans grandes como autobuses, borrachos hasta las cejas, que se saltan toda la cola y se plantan al lado mio para pedir. El más grande me agarró del brazo y empiezó a gritar:

-Buy me a beer! Buy mee a beer! (¡Cómprame una cerveza! ¡Cómprame una cerveza!)

Y yo, con la diplomaciía que Diós me dió y quitó el mismo segundo, le contesté, mostrándole los dedos índice y corazón de mi mano derecha, claro símbolo de amistad británica:

-I'll buy you a shit! (¡Te compraré una mierda!)

Momento en el mi cerebro se dió cuenta de ese acto y empiezó a pensar que como epitafio es una porquería. De reojo ví cómo mi hermano se dió de todo y cómo él y mi amigo cogían una silla cada uno para emprenderlas a hostias...

Pero no pasó nada. Porque el holligan que me tenía cogido estaba temblando. Lo juro. No se si fue mi pinta de Agente 47, la frase con entonación bronsoniana o la divina providencia, el caso es que se acojonaron los tres y salieron por patas del local. Y me quedé delante de una multitud que flipaba tanto o más que yo,

Mi amigo se acercó finalmente a por las bandejas y le dijo a mi hermano:

-Tio, tu hermano es superchungo. Cómo se nota que le gustan las pelis de Charles Bronson...

5 comentarios:

Carmina dijo...

un poco loco si fuiste, la verdad es que no me cuadra con la forma de ser de los holligans esa salida por patas, pero vete tu a saber, la cara que pusiste, o que entonacion le diste a tu ingles, o que les dirian tus ojos... cualquier cosa es posible... y encima buscando bronca vestido con traje pues igual pensaron que eras policia porque no... besos y espero no te sea muy duro el martes

Vida Dospuntocero dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Vida Dospuntocero dijo...

Nos libramos de una buena porque lo unico que no te apetece al salir de la oficina es pegarte con ingleses borrachos.

Hoy el día ha emepzado bien...bien jodio, me sale faena por las orejas y todo el mundo tiene prisa.

Y aún queda un montón hasta las seis =(

Isi dijo...

Ostras! es que Charles Bronson es muy chungo y si te ves su pelis terminas por ser más chungo que él...que a mi me ha pasado...ejem....

Ánimo! que siempre hay gente que está peor que tú, además...¡¡ya es martes!! (se nota que el día de mi cumple no vengo a currar? jejeje).

Besitos!

E. Martin dijo...

Los criminales son cobardes y supersticiosos. Si hubieras ido disfrazado de murcielago ni te hubieran preguntado.